JOSEP MARFÁ, LA LITURGIA DE LA PINTURA

«Marfá es una sorpresa. La liturgia de la pintura tiene de pronto y por fortuna esos agradables estallidos que plantean en el conjunto de la ceremonia algo inesperado. Y es así como hace su entrada Marfá. Una aparición sabia en oficio, cargada de disciplina, de conocímiento, pero, sobre todo, de sensibilidad. Francisco Candel opinaba de esta forma de Marfá cuando éste decidió combinar el grafismo y la creación publicitaria con la pintura. El escritor catalán escribe que la liturgia de la pintura nos ofrece sorpresas como la de Marfá, siendo lógico en parte porque éste ,desde sus inicios, muestra una creación con personalidad própia, influida por el impresionismo en el tratamiento del color, que poco a poco se va volviendo más ágil y dinámica, buscando la expresión de la mancha, relegando la descripción de la realidad en sus series de paisajes a la anécdota. Incluso llega un momento en que el artista catalán se plantea la necesidad de la abstracción. Y, durante un corto período experimenta en distintas materias, conceptualizando la materia por la materia, considerándola como expresión del primer acto evidente creativo. Después, a través de la experimentación matérica, busca la expresividad del color.Al cabo de un tiempo abandona, finalmente, la etapa abstracta y sigue de nuevo su experimentación figurativa. Pero, Marfá siempre tiene muy claro lo que hace porque es un artista que no se deja llevar por los condicionantes creativos que impone el mercado, sino que su instinto le incita a pintar dentro de una determinada concepción o en otra. De ahí que, en su última exposición en Barcelona, se

decidiera presentar distintas versiones de Les Rambles de la Ciutat Comtal y escenas urbanas de la Venecia antigua , innovando en el tratamiento del color, volviendo en algunos óleos y acuarelas de Venecia a la experimentación matérica cromática, mientras que las obras de les Rambles son más gestuales y dinámicas.